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jueves, 29 de septiembre de 2011

La práctica del fútbol base y los estudios....

A veces nos encontramos los entrenadores de fútbol base algunos casos de niños que son castigados por sus padres a abandonar la práctica de este deporte porque “no van bien en los estudios”, sobre todo después de cada una de las evaluaciones.
Por mi experiencia les aseguro que esta medida no sirve para nada, ya que los que fracasan lo siguen haciendo, al tiempo que no contribuimos en nada a la educación integral de los niños.
Debemos considerar que cuando los progenitores aceptan libre y voluntariamente que sus hijos pasen a formar parte de un deporte de equipo, en este caso el fútbol, lo deben hacer pensando en los beneficios que se obtienen con su práctica: desarrollo de las cualidades físico-técnicas, desarrollo de la autonomía personal, espíritu de sacrificio personal y colectivo, hábito de trabajo en grupo, disciplina, capacidad para distribuir de forma adecuada su tiempo libre y desarrollo de hábitos de comportamiento sociales (solidaridad, respeto a los demás, a los materiales e instalaciones deportivas …) En definitiva, la práctica del fútbol base contribuye en gran medida a la formación global de los niños, junto a la familia y la escuela.
Si todo lo anterior es cierto, que a mi juicio lo es, cuando castigamos al niño sin practicar
fútbol, estaremos tirando piedras contra nuestro propio tejado, pues no estamos contribuyendo en nada a su formación.
Los motivos por los que un niño no obtiene buenos resultados en los estudios son muchos y muy variados, pero nunca la práctica de un deporte. Habrá que obligarles a que cumplan con sus trabajos, a que se organicen bien, a que planifiquen y distribuyan el tiempo de estudios y, en definitiva, a que sean responsables. Ya sé que esto es lo verdaderamente difícil, pero la obligación que tenemos como padres es intentarlo constantemente, dando siempre respuestas coherentes a los problemas que plantean nuestros hijos.
Pero, ¿qué podemos hacer cuando el problema persiste? Evidentemente nunca “quitarlo del equipo”, porque lo estaremos agravando más, ya que pedagógicamente este castigo no tiene sentido.
El motivo del fracaso no se debe nunca a la falta de tiempo para preparar sus asignaturas. Descartando casos de dificultades específicas para el aprendizaje, está más relacionado con el déficit de hábitos de trabajo y esfuerzo, con la falta de motivación e interés, que con jugar al fútbol. Si nosotros con la práctica de este deporte queremos precisamente fomentar, entre otros, buenos hábitos de trabajo, disciplina y de responsabilidad, la medida correctora de estos comportamientos anómalos no debe ser nunca prohibirles entrenar y jugar con su equipo. Una vez que nuestros hijos han elegido voluntariamente
practicar este deporte, debemos exigirles que lo hagan con todas las consecuencias. Debemos hacerles comprender que el fútbol y los estudios no sólo son compatibles, sino, además, complementarios en cuanto a su formación como personas.
Sin embargo, para ello deben sacrificar otras cosas. Evidentemente, si entrenan tres o cuatro días a la semana, juegan el partido el sábado y luego salen de casa hasta altas hora de la madrugada, con lo cual el domingo no hay cuerpo para estudiar y “ponerse al día”, y esto se repite semana tras semana, el fracaso escolar tarde o temprano, llegará.
Por lo tanto, las medidas correctoras o castigos deben ir dirigidos precisamente a planificar bien el tiempo de ocio, de televisión, videoconsolas, salidas nocturnas y demás aficiones.. No es una receta mágica que nos garantice el éxito, pero sin duda no repercutiremos negativamente en la formación integral de los niños.

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