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martes, 26 de febrero de 2013

Deporte para cada edad, para cada tipo de personalidad y para cada necesidad

Para algunos, hablar sobre el trabajo que los monitores y/o entrenadores de los clubs realizan con nuestros hijos, es realmente fácil. Como padres cuestionamos constantemente que es lo que nos deleitaría… que mi hijo juegue más, que meta más goles…. “mi hijo es el mejor”, cuando esto no ocurre, es mas fácil echarle la culpa al prójimo de nuestro cántaro de leche roto…, ¿Nos hemos parado a pensar si realmente nuestro hijo esta realizando el deporte adecuado para el. ?
 En los tiempos que corren, nuestros hijos tienen muchas opciones de practicar diversidad de deportes ( de competición y de entretenimiento ), y centrándonos en el nuestro, de practicar el fútbol, desde los colegios, escuelas municipales y clubs federados. 

Es cierto, que los niños deben de realizar el deporte que les guste y disfrutar con lo que hacen, pero entiendo que cuando sus padres deciden apuntarlos a un club federado, no lo hacen por que su hijo se divierta solamente, desde mi punto de vista, esto implica varias cosas: 
Primera, soy consciente de que a mi hijo le gusta este deporte, no es solamente porque se han apuntado sus amigos del colegio, (estaríamos pagando una cuota muy alta por este capricho, hay que enseñarles a darle mas valor al dinero)
Segundo, a mi hijo se le da bien este deporte, de lo contrario, podríamos crear una frustración en el niño, (Los niños perciben las diferencias entre ellos, pues seamos francos, haberlas las hay, ya que cada niño tiene una actitudes diferentes y las desarrolla en tiempo y forma diferente).
Tercero, si se cumplen las dos opciones anteriores, es decir, mi hijo tiene habilidades para jugar al fútbol, deberíamos exigirles responsabilidad y esfuerzo, pues ya se da por echo que la diversión la tienen garantizada al realizar el deporte que mas les gusta. 
Tú como padre, te sacrificas por ellos: cuota, equipaciones, viajes, tu tiempo libre o no tan libre, dedicado a estar sentado en las gradas mientras entrenan, pasas frío, calor lluvia… y un sin fin de cosas mas… los niños deben valorar los sacrificios que hacemos y es obvio, que la mejor manera, es el trabajo en la practica del deporte, tan cual se lo exigimos en el colegio. Si no es esto lo que compartes, tal vez deberías plantearte llevarlo a las escuelas municipales, donde se practica este deporte desde otra vertiente y porque no decirlo, mas económico.
 No obstante, “son los padres los que deben elegir el deporte que más conviene a sus hijos, pero valorando sus necesidades y capacidades”. 

Los beneficios físicos de que un niño practique un deporte y haga ejercicio son incuestionables, pero a veces los padres se olvidan del aspecto psicológico y emocional. Marianela Vargas, Psicóloga Educativa, explica que “los papás son muy dados a que los niños elijan el deporte que quieren hacer, fundamentalmente bajo el criterio que lo hace fulanito y menganito. Luego se apuntan y no les gusta”. Para evitar precisamente esto, hay que hacer un seguimiento de cómo le va al niño con ese deporte y si realmente lo está disfrutando. En cuanto a la conveniencia de forzar o no a un niño a que haga deporte, “No es recomendable que se les fuerce a realizar un deporte que no les guste o se les de mal, sobretodo, cuando existe tanta oferta deportiva. Esta situación puede provocar que el niño anticipe mucha ansiedad e inseguridad antes de realizar esa actividad, por lo que la realización de ese deporte lejos de aportarle beneficios puede provocarle mucho malestar. Del mismo modo, su autoestima disminuirá, y la capacidad de disfrutar de la actividad”. 

 Por último, un consejo para todos aquellos padres (que los hay) que intentan ver cumplidos sus sueños deportivos frustrados en sus hijos. Si esto se da, “el niño puede entrar en una lucha interna entre el sacrificio que le supone ese deporte y la necesidad de complacer al padre”, “No es positivo que proyectemos lo que no hemos conseguido en los niños”. Lo que hay que hacer es “fomentar sus capacidades y reforzar sus logros, respetando su individualidad” La mayoría de los padres están de acuerdo en la conveniencia de que su hijo o hija practique deporte, y acaban compartiendo la misma pregunta: ¿Qué deporte es el más adecuado? Existe un deporte para cada edad, para cada tipo de personalidad y para cada necesidad que tengan los niños. Por ejemplo, a un niño tímido le vendrá bien que haga un deporte en equipo porque le ayudará a socializarse y a un niño perezoso le sería más recomendable un deporte individual porque le obligaría a esforzarse. Cuando los niños llegan a los ocho o nueve años, es el momento de pensar si tu hijo se divierte practicando un único deporte o, por el contrario, va a convertirse en todo un deportista de elite y empezar a competir en alguna disciplina. Todo dependerá de la opinión que tengan los niños, aunque prevaleciendo siempre lo que los padres consideren que es lo más adecuado para sus pequeños. Son ellos los que tienen que decidir si están dispuestos a sacrificarse por el deporte de competición, que necesita una mayor implicación, o prefieren que su hijo siga haciendo ejercicio por diversión y entretenimiento; y, es que, una escuela de competición exige asistencia y apoyo máximo, alimentación estricta, horarios muy marcados, etc. 

Elegir el deporte más adecuado para los hijos exige conocer sus gustos, capacidades físicas y corporales, posibilidades, carácter y necesidades COMO PADRES DEBERÍAMOS AYUDAR A LOS MONITORES Y ORIENTAR A NUESTROS HIJOS SOBRE EL DEPORTE QUE MÁS SE ADAPTA A EL, Y ENSEÑARLE LOS VALORES DE LAS REGLAS DEL DEPORTE DE COMPETICIÓN, si no son capaces de conseguirlo en el deporte que practica, es porque no es su deporte, tales como:
 1. Pasión y diversión. Estos deberían ser dos de los requisitos básicos a la hora de elegir un deporte. Sin ellos, practicarlo puede convertirse en un calvario o una obligación difícil de llevar. 
2. Constancia y disciplina. El deporte obliga a quien lo practica a mantener una serie de horarios y hábitos saludables diariamente que no pueden saltarse si se quiere rendir y triunfar. 
3. Evolución progresiva. Ver cómo se mejora poco a poco, día a día, es todo un acicate para los deportistas. Comprobar que lo que se era incapaz de hacer hace un mes ahora es algo tan sencillo como el respirar. 
4. Enfrentar la dificultad. Se dice que las nuevas generaciones no están educadas en la cultura del esfuerzo, que están acostumbradas a obtener todo lo que quieren de forma sencilla. El deporte les enseña a enfrentarse a la dificultad haciéndoles más fuertes. 
5. Respeto. Toda disciplina deportiva implica unas reglas y unas normas que hay que respetar. Pero no solo eso, también enseña a respetar al contrario. 
6. Trabajo en equipo. Hay muchos deportes que se practican en grupo. Esto ayuda a los niños a adquirir la capacidad de trabajar en equipo y de relacionarse con los demás para conseguir un objetivo común.
7.  Atención al rendimiento. Concentrarse en conseguir el objetivo marcado sea el que sea, una victoria en el torneo escolar o el mismísimo oro olímpico. 
8.  Desafiar los límites. En el sentido de superarse a sí mismo y aquellas barreras que pongan los demás. Porque en el deporte no se compite solo contra uno mismo, sino también contra el resto. Hay que superar los límites propios, pero también al rival. 
9. Equilibrio cuerpo y mente. Conseguir mediante el entrenamiento del cuerpo y la mente todos aquellos objetivos que se propongan.  
 10. Energía y bienestar. El deporte ayuda también a estar bien con uno mismo y a sentirse sano y en forma. 

 Si después de confirmar que tu hijo realiza el deporte adecuado para él, no estás conforme con el grado de preparación que tiene el monitor de tu hijo y/o no te gusta la forma de instruir que tiene, ¿porque aguantar? , tú eres libre y responsable de elegir quien le enseñe en la practica de este deporte, recordemos que aun son pequeños para elegir y que somos nosotros los que pagamos para ello y con nuestro dinero hacemos lo que queremos, nadie nos obliga a ello.

@ by un padre

3 comentarios:

  1. Estimado Padre, permíteme desde esta publicación darte réplica, pues en el tiempo y en mis circunstancias actuales, no puedo más que sentirme, como poco, identificado. Empezaré por el final, porque es aquí donde, efectivamente, coincido contigo, si no estás de acuerdo, “¿por qué aguantar?” a la vez también que en todos los fundamentos del decálogo expuesto del deporte de competición, pero, déjame añadirle esta visión pedagógica relacionada con este deporte, que comparto y creo que le viene al pelo:
    “Competir es para cada uno de nosotros una necesidad tan natural y vital como la de comer, dormir, jugar o sentirse querido.
    En las situaciones competitivas, el niño se afirma a sí mismo, se afianza su carácter y desarrolla comportamientos, hasta hábitos que en determinadas etapas son el eje de su actuación hacia los demás.
    Un deporte que no tiene una carga competitiva no debería ser considerado como una verdadera actividad deportiva.
    La competición debe ser entendida como un medio más para lograr progresiones en la adquisición de habilidades y capacidades y no como un fin en sí mismo.
    Por lo tanto, para un buen desarrollo de nuestros jugadores será imprescindible emplear la competición también en la iniciación deportiva, pero siempre bajo un planteamiento eminentemente formativo que ayudará a la educación integral de estos.
    ¡La competición en sí no es negativa, sino su mala interpretación y aplicación en la enseñanza!
    Para que la competición de fútbol base no cree hábitos incorrectos para los jóvenes como ocurre hoy día en todas partes del mundo con la práctica de la competición de los adultos (11:11), es necesario modificar en las categorías (8/9 años), (10/11 años) y (12/13 años) las estructura de su competición, pero sin que se pierda su esencia.

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  2. Continua del comentario anterior:
    Ha llegado el momento para que las Federaciones de Fútbol en el ámbito regional y nacional decidan adaptar no sólo el peso y la circunferencia del balón, las dimensiones de las porterías, el espacio de juego, la simplicidad del reglamento sino también el número de jugadores que actúan en un conjunto (para que lleguen a comunicarse mejor los miembros de un equipo) a las capacidades físicas y mentales de los niños en cada categoría del fútbol base.
    Al adecuar o modificar las reglas de juego de los adultos hace falta tener en cuenta el nivel de desarrollo evolutivo en el que se encuentran los practicantes de la competición, que lógicamente es muy distinto si se trata de un benjamín de 8 o 9 años o infantil de 12 o 13 años.
    Todo acto pedagógico (y así también la competición, como importante pilar del proceso de enseñanza y aprendizaje de nuestros jóvenes talentos, debería ser considerado hoy como acto pedagógico y no como fin en sí mismo) deberá partir del conocimiento de las características del niño a una edad determinada junto con la lógica interna del deporte en cuestión.
    Posteriormente al diseño de una (pero mejor varias) competición oficial para cada categoría del fútbol formativo es necesario crear también para los entrenamientos una estructura de progresión de situaciones reales de juego de lo menos a lo más difícil con el fin de facilitar la asimilación de las mismas por parte del niño hasta lograr la capacidad de juego en la competición que ha sido diseñada a la medida de la categoría correspondiente.
    El modelo “Fútbol a la medida del niño” no sólo propone tal progresión para los entrenamientos diarios de cada categoría del fútbol base sino también una propuesta concreta para una progresión de varias competiciones a lo largo de cada temporada.
    Un formador de fútbol que conoce las necesidades vitales del niño y expone en cada sesión, clase o entrenamiento a sus alumnos a ejercicios y juegos competitivos consigue mantener fácilmente el interés del niño que gracias a la presencia de situaciones competitivas está más motivado a esforzarse y superar a sí mismo.
    Además se desarrolla mejor la interacción con los demás miembros del grupo. Así, los niños aprenden en los entrenamientos no sólo los gestos técnicos y el saber leer y solucionar los problemas inherentes en las situaciones básicas del juego sino también buscar la victoria (pero no a cualquier precio) y también aceptar la derrota después de haberse esforzado al máximo.
    Las tendencias en el desarrollo del fútbol formativo en los países desarrollados nos indican que el juego de fútbol (y no sólo el de los profesionales sino también de los niños entre 6 y 12 años) se concibe cada vez con mayor serenidad con lo cual pierde su contenido lúdico.
    Lo espontáneo lo despreocupado y la estimulación del uso de capacidades inherentes en el juego de cada humano como la imaginación, la fantasía y la creatividad lucen hoy frecuentemente por su ausencia.
    Mientras Johan Cruiff afirma que “el jugador sólo rinde al máximo cuando se divierte”, el argentino Dante Panzeri dice: “No puede seducir lo que carece de alegría. Lo serio de una competición de fútbol ha sepultado últimamente al alegría”.

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  3. Continua del comentario anterior:
    Nada es permanente en el fútbol, un entrenador, un directivo, las reglas de juego o la estructura de la competición.
    ¡TODO CAMBIA Y EL CAMBIO ES PERMANENTE!
    Es preciso poner en duda algunos conceptos del fútbol tradicional como por ejemplo la inadecuada competición para los niños de las escuelas de fútbol base, porque ésta ha perjudicado ya desde hace demasiado tiempo el desarrollo del fútbol en muchos países.
    Experiencias nos han demostrado que la exposición sistemática de niños de menos de 13 años a las competiciones de los adultos, no sólo les ha perjudicado enormemente sino ha creado hábitos incorrectos en el plan técnico, táctico, físico y perceptivo (lectura de la situación del juego). Todo ello ha evitado que el jugador, algunos años más tarde haya alcanzado como adulto el óptimo nivel de su potencial innato.
    Una razón que puede explicar por qué muchos profesionales no hayan alcanzado su óptimo nivel de juego antes de retirarse a los 33 – 35 años, se basa principalmente en el hecho de que las Federaciones de Fútbol no les permitieron en el pasado, no hoy, ni en el futuro cercano, que los niños sean verdaderamente niños antes de convertirse con los años en adultos.
    Esto niños fueron expulsados prematuramente a los 7/8 años de su jardín de infancia, siendo expuestos durante la etapa de su mejor aprendizaje motor (entre 7 a 11 años), a la compleja competición de los adultos para lo cual no estaban todavía preparados.
    Ser consciente de este grave problema es el primer paso para solucionarlo.
    Recomiendo elaborar entre todos un plan de acciones con el fin de erradicar para siempre este “cáncer del fútbol” que afecta a los niños de menos de 13 años.”
    “LAS COMPETICONES DEBERÍAN SER PARA LOS NIÑOS COMO SUS ZAPATOS; A SU PERFECTA MEDIDA”

    Es desde esta filosofía pedagógica del fútbol base en donde encuentro y más discrepo con parte mi entorno más cercano, pero nunca, jamás, desde la acritud, siempre desde la crítica más constructiva, porque pienso que el error no es más que una consecuencia inmanente de nuestra naturaleza y saber sacar partido de él es justo el empuje necesario, a veces, para elevarnos por encima de él y alcanzar el éxito, tanto desde el plano individual como colectivo.
    Invito a todo lector de este comentario, relacionado con la didáctica del fútbol se dé una vuelta por la Web www.futbolformativo.es en ella encontrará una gran fuente de recursos, táctica, sesiones de entrenamiento, información para ampliar su formación, con foros de expertos, e incluso un Rincón del formador, de donde, precisamente, he sacado toda la cita anterior.
    Porque, como ser social, creo que es en la Educación y en la formación permanente cómo las personas nos hacemos justos merecedores de nuestros anhelos, nos reconocemos a nosotros mismos en el grupo y nos proyectamos en y para los demás, así, su fracaso será el mío y mi éxito el de los demás.
    Vuelvo a citar:
    “Por tanto el formador debería de ver el fútbol no como una plataforma personal para mejorar su posición en la sociedad con las victorias que alcanza con los niños sino más bien como una actividad eminentemente formativa-educativa. Así el objetivo principal de cualquier Escuela de fútbol debería ser, antes de “fabrica” de buenos futbolistas, formar y conseguir mejores personas”

    Nacho, a ver como puedes hacerlo para que se vea que es un mismo comentario, gracias, amigo.

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